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LA CARNE CONTIENE LA HERIDA
No hay herida sin carne, y la
herida amenaza a la carne, que no puede desprenderla de cuajo sin causar una
herida mayor. Carne y herida son una unidad en la que pugnan un principio de
vida frente a un principio de muerte y destrucción. Si la herida crece, la carne
muere y la herida se extingue, porque la herida es de la carne. Si la carne resiste,
la herida sana y la carne revive. La herida es suya –de la carne-, y para sanarla
ha de integrarla, cuidarla y amarla para que remita. Si la
carne odia la herida, se odia a sí misma.
Coda para el creyente: Esto hace Jesús con nosotros.
Somos sus heridas, y nos asume como parte suya, sanándonos con la fuerza del
amor que nace de su vida divina.
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